ROBAR: EL VELO OSCURO QUE CUBRE EL ALMA
EN LOS CÓDIGOS ETERNOS DE LA TORÁ, robar no es simplemente un acto físico de tomar lo que no es nuestro.
Es una fractura espiritual,
Es un temblor en el equilibrio del universo. “El ladrón pagará siete veces” (Mishlé 6:31), dice la Sabiduría Divina. ¿Por qué siete? Porque siete son los planos del alma que se ven manchados con el robo: acción, intención, pensamiento, palabra, impulso, deseo y voluntad.
ROBAR NO ES SOLO TOMAR UN OBJETO
Es robar la paz de otro con una palabra hiriente.
Es robar la energía divina cuando uno toma sin dar.
Es robar el tiempo cuando se exige sin gratitud.
Es robar luz cuando uno brilla falsamente con lo ajeno.
Es robar propósito cuando se manipula la verdad.
Cuando una pareja se pone de acuerdo para robar —cuando el pacto de dos se une para la destrucción—, el eco es más fuerte. Se forma una energía dual que crea una sombra más espesa en el mundo espiritual. Ya no es un alma errando: son dos sellando un contrato con la oscuridad.
El daño no se multiplica por dos. Se amplifica por siete veces siete. Porque roban juntos desde la confianza, desde la unión que fue diseñada para crear vida y no despojarla.
LAS CONSECUENCIAS NO SIEMPRE SE VEN AL INSTANTE.
Pero la Torá revela que el ladrón nunca prospera en paz. Puede haber oro en sus manos, pero hay vacío en su alma. Puede tener comida en la boca, pero su estómago no la bendice. Puede dormir en una cama, pero su espíritu no descansa.
Cada robo genera una deuda energética que el alma deberá saldar, en esta vida o en otras. Y el universo, que es un escriba silencioso, jamás olvida lo que el hombre arranca del flujo sagrado sin permiso.
Restituir no es solo devolver. Es limpiar. Es confesar. Es reconstruir.
Es abrir el corazón al juicio celestial y decir: “He roto el equilibrio. Que la verdad me pese, pero que también me purifique.”
No es casualidad que el robo esté entre las 10 palabras sagradas del Sinaí. ROBAR ROMPE LA ALIANZA CON LA JUSTICIA, que es uno de los nombres ocultos de Hashem.
EL ALMA QUE ROBA SE DESCONECTA DE SU DESTINO.
El alma que confiesa y restituye se reencuentra con la Luz.
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ZAIDA CARO
Estudiante de Batsheva Jaya Efrat
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